Maestros y albañiles
¬ Gustavo Mora miércoles 4, Ago 2010Nostálgicos y acelerados
Gustavo Mora
En 57 años de militar en las trincheras y transitar por las brechas del periodismo escrito, hemos tenido el privilegio y la desgracia de tratar con editores de todos los colores y sabores.
Maestros como don Fernando Mora Gómez, José Pagés Llergo, Federico Barrera Fuentes, Jorge López Antúnez, Mario Rojas Avendaño, Jacobo Zabludovsky, Jorge Davó Lozano, Francisco Martínez de la Vega y Ricardo del Río.
Caballero y amigo sin tacha como Gabriel Alarcón Velázquez.
Enjundioso como Fernando González Parra.
Autocensor como Mario Vázquez Raña.
Con un ego del tamaño del mundo como Juan Francisco Ealy Ortiz.
Profesional de la talla de Vicente Fe Álvarez.
Y podríamos seguir la lista con gente de calidad como los Borrego, Beatriz Pagés Rebollar, Jorge Villa Alcalá, el buen amigo Morelos Jaime Canseco y otros de los que aprendí lo bueno, lo malo y lo feo de esta noble y honorable actividad.
En radio y televisión me invitaron y participé de fijo en programas con Joaquín López Dóriga, Tere Vale y el tremendo pero embarcador Nino Canún.
Poco puedo agregar a la reconocida calidad de la primera lista.
Mi reconocimiento al editor y que mejor trato me ha dado.
El rating impresionante que me dio la 2ª de Ovaciones la primera vez que trabajé allí.
Los compromisos múltiples de quien casi me dejaba sin teclas para poder escribir algo y que nunca entendí por qué me buscó con mi hermano Antonio Mora Hurtado que era su amigo (yo nunca lo sentí a ese nivel), si no aguantaba mi estilo.
Las tramas parvulescas de quien quiso comprar mi caso cuando Echeverría me regresó desde Argelia (y en camión de tercera), pero no se atrevió a un enojo del Presidente de la República. Y que años más tarde, estando en “El Universal Gráfico”, me mandó llamar para decirme: “Ya lo quiero ver en El Universal” (¿desde cuándo un editor le dice a un colaborador que ya lo quiere pasar al hermano mayor?) Y vino la advertencia: “Pero debe estar de acuerdo Francisco Cárdenas Cruz. Hable usted con él, sin decirle que ya habló conmigo”. Nos reunimos a desayunar y Pancho tomó la iniciativa con Francisco Algorri Espinosa como testigo: ¿por qué no pides un espacio en El Universal? Tu ya estás adentro”. Cuando informé de la entrevista, el mediocre secretario particular, Ignacio Ayala, me dijo: “No nos ha hablado Pancho”. Y al ir a la oficina de Cárdenas Cruz, me salían con: “No nos ha dicho nada Ealy”. Hasta que tomé la acertada decisión de mandar al diablo (más lejos) a los dos e irme a mejorar mi ambiente laboral y amistoso con Gabriel Alarcón en “El Heraldo de México”. Años más tarde, volví a trabajar con él en su breve paso por “Ovaciones”.
Y podía seguir con más anécdotas como la mala paga que resultó “La Razón”, pero mejor aquí le paramos.
Aquí me tienen en “Imagen”, tal vez el último medio de la prensa escrita en el que colabore, si los médicos que me atienden no dicen otra cosa y me tienen que aguantar no sé cuánto tiempo más.
Tuve un breve paso por la 2ª de “Últimas Noticias” que daba patadas de ahogado antes de ser adquirida por otro posible autocensor, ya que los intereses de Mario y Olegario parecen distintos, pero son iguales. Ambos aparentan ser los dueños de la Organización Editorial Mexicana, de “Excélsior” y del monopolio de hospitales, aunque las operaciones huelen mucho y se parecen a la que hizo José García Valseca con Maximino Ávila Camacho, aunque los nombres que suenan en este bloque son los de Luis Echeverría Álvarez, Marta Sahagún de Fox y quien sabe quién más.
(No estoy tan seguro de que esta columna aparezca publicada, aunque no tengo queja de “Imagen”).
Mi paso de 20 años por “Novedades” no está incluido, porque fue mi peor experiencia con el editor, pero éste ya falleció y al tomar la decisión de que los funerales iban por mi cuenta, quedo a mano con lo que no me dieron de liquidación al término no amistoso de mi relación laboral.
Hola Gustavo : Gracias por recordar a mi papá. Un saludo
Lolita Davó